«Lean páginas de Finnegans Wake sin intentar comprender. Se lee. Si se lee, como me hacía notar alguien cercano a mí, es porque está presente el goce de quien lo escribió. (…) Si él estuviera aquí, esperaría convencerlo de que haberlo publicado prueba que él quería ser Joyce el Síntoma, en la medida en que da el aparato, la esencia, la abstracción del síntoma. (…) El síntoma en Joyce es un síntoma que no les concierne en nada, es el síntoma en la medida en que no hay ninguna oportunidad de que atrape algo del inconsciente de ustedes. (…) Habría que seguir esta problemática de la obra capital y última, de la obra a la que en suma Joyce reservó la función de ser su escabel. Porque desde el principio él quiso ser alguien cuyo nombre, precisamente el nombre, sobreviviera para siempre».
Lacan, J., «Joyce el síntoma», conferencia del 16 de junio de 1975 en la Sorbona, en El Seminario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 163.